Las actividades acuáticas para bebés cobra un mayor auge cada año. Numerosos estudios afirman los beneficios de estas prácticas para los niños. Diversos estudios advierten de la peligrosidad del cloro para la salud de los sujetos practicantes. En nuestras instalaciones disponemos de agua salina, por lo que carece totalmente de cloro.
El niño nace con una serie de reflejos que pueden ser aprovechados por este tipo de actividades. En primer lugar está el reflejo de natación; en segundo lugar está el reflejo de la glotis o reflejo natatorio.
Según diferentes autores, parece claro que a partir del año ya es demasiado tarde porque no se aprovecha el reflejo natatorio (Bretones). Ahr (2006) defiende la iniciación a partir del primer mes, argumentando que tendrá un efecto positivo sobre las capacidades del niño, y Bretones más conservador que nos indica que se debería esperar hasta los 4 meses porque es a esta edad cuando se culmina la maduración del sistema inmune.
Nuestra piscina consta de una altura de 1,35m, con una temperatura de 30º. Diversos estudios muestran que este tipo de actividades se debería realizar a una temperatura entre los 27 y 32 ºC (Conde, 1997; Guerrero, 1998; Ahr, 2000; Heston, 2000; Franco, 2001; Pansu, 2002).
Esta actividad se realiza los sábados, en diferentes horarios. La primera clase el horario es de 11:00 a 11:45 y la segunda de 12:00 a 12:45.